LA VOZ Y EL ACTOR



 La voz, es una de las formas expresivas fundamentales del actor, no solo como portadora del texto, sino como parte intrínseca de su vibración interior.      

En su ciclo emocional-rítmico-respiratorio, abarca la unidad  silencio – sonido, develando la significación emocional del texto.

De la observación de sus pulsos respiratorios, la altura de los sonidos, el timbre, el ritmo del fraseo, el aliento que sostiene el estado, surge el concepto de partitura, a través de la cual se manifiesta la musicalidad inherente a la naturaleza humana.

Lo que hace del hombre un ser musical, no es que cante o baile, sino la escucha interna que desde el vientre de su madre va construyendo patrones en su cuerpo y en su voz, despertando el imaginario y las sensaciones desde las profundidades de la existencia.

Somos mucho mas que seres que hacen sonidos y expresan conceptos, somos parte de la vibración del universo, y no vibramos desajustadamente; lo hacemos en maravillosa consonancia de ritmos y sonidos provenientes de la naturaleza, el entorno cultural y los intercambios humanos en el misterioso concierto de la vida. 

Este enfoque de la antropología musical y su aplicación al teatro, abre al actor la posibilidad de descubrir su propia naturaleza rítmico-sonora, transportarla a la creación del personaje y desarrollar la capacidad de oír los sonidos y los ritmos internos que subyacen en el fondo de sus emociones.

Un verdadero trabajo sobre la voz no se detiene en la eficacia, profundiza en el lago del que emerge la burbuja sonora, hasta que su timbre, su articulación y su ritmo nos develan su vida subyacente.



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