RITMO







El ritmo es un impulso que nace de la quietud, se intensifica y decrece, repitiendo su funcionamiento en forma continua. Está implícito en la naturaleza cíclica de todo lo creado. 

El ritmo no es tan solo la base fundamental de toda música, sino del fluir de la vida misma, en él se manifiestan los movimientos del Cosmos, de la naturaleza y de la existencia humana, creando una infinita polirítmia que despierta el sentido de unidad. Es la circulación de energía de todo lo creado y en cada movimiento reproduce el proceso de  “energía - caos - organización.”

Además de la música se ha estudiado el ritmo desde la física, la fisiología y la sicología, sabemos que el organismo humano es esencialmente polirítmico, pues a él acuden  la pulsión cardiaca, la respiración, las diversas funciones orgánicas  y los estados emocionales que surgen en relación con el medio. Pero a través de la antropología musical, también sabemos que los bebes acarreados a espaldas de las madres africanas mientras ellas cultivan o muelen el grano cantando, son luego niños y hombres donde la creatividad musical es un juego, que va madurando según los roles de la edad.

La escritura occidental apenas puede cifrar en figuras musicales la variedad de los acentos internos y  la plasticidad móvil que se expresa en los vientos, el transcurso de los ríos, los movimientos de los diversos animales  en la cambiante manifestación de las estaciones y su interacción con las emociones humanas.

Una figura de larga duración, como la redonda o la blanca detiene o alarga el paso del hombre, su respiración, su expectativa, su gozo o su lamento prolongado. Una figura breve, como la corchea o la semicorchea, pareciera en cambio estar relacionada con la aceleración cardiaca, cuyas motivaciones tienen tanta variedad como emociones tiene el hombre;
lo que  determinará los tempos a tierra o al aire, los desplazamientos del pulso y la independencia polirítmica.

No se puede poner el "tiempo" en el cuerpo, sino el cuerpo en el "tiempo";  hay que entrar a vibrar en la misma frecuencia que originó el impulso, alcanzar las mismas sensaciones y sostenerlas  hasta que  surja “eso” que llamamos ritmo; eso que está debajo del pulso, de lo que se marca, de lo que se escribe; eso que flota entre los dos mundos de nuestros fantasmas respiratorios.

El ritmo no está en la cabeza sino en el cuerpo y el espíritu; el ritmo es goce y donde no haya posibilidad de gozar será imposible llegar al ritmo.
Se podrán conocer y reproducir las más complejas estructuras métricas,
pero el “tempo” de una caricia, el impulso emocional de la ira, la duración de un sufrimiento o la percepción de eternidad de la iluminación... ¿Cómo se mide?

Y eso... ¿Es un problema de sordera auditiva o de sordera del alma?
Las personas sordas pueden aprender a medir los tiempos tan bien como
cualquiera que oiga normalmente, pero están más dotados de  esa “verdad”que es la esencia de todo arte. Pondrán el cuerpo en el tiempo, el estremecimiento en las vísceras y la expansión del imaginario que los hará volar más allá que a muchos músicos “distraídos”.

La música surge del silencio y vuelve al silencio, oír lo que suena es una función física, oír lo que aún permanece en el silencio es intensificar  la experiencia del misterio.

                                                                  Gracias por hacerme esta pregunta... iris


   
*Este texto surgió como respuesta a la pregunta de Gabriela Bianco 
  Directora de ADAS sobre la percepción del ritmo en las personas sordas. 

           

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